Un paseo por las calles de Oliva
Oliva es una de las principales ciudades de la comarca de la safor y cuenta con un casco antiguo, construido sobre la falda de la montaña de Santa Anna, por el que vale la pena darse un buen paseo.
Aunque Carezca de edificios tan singulares como los de Gandia, las estrechas y empinadas callejuelas del barrio de Sant Roc, el antiguo arrabal mudéjar, suponen un soplo de tranquilidad, también en plena temporada estival, pues son muchos los puntos de este barrio desde los que el mar no se pierde de vista. La iglesia de Sant Roc, construida sobre una antigua mezquita, es uno de los edificios principales, por su característica forma cuadrada y los gruesos muros coronados con vigas de madera sobre los que en 1696 se construyó un nuevo campanario. Aunque posiblemente, lo más aconsejable sea dejarse perder por callejones, algunos incluso tallados sobre piedra, que aún hoy evocan otros tiempos.
El barrio antiguo cristiano de Oliva también tiene un gran atractivo, con la iglesia de Santa María en el centro, todavía son visibles en algunos puntos los restos de la antigua muralla e incluso del Palau dels Centelles, construcciones que han quedado casi en su totalidad absorbidas por las nuevas construcciones de la trama urbana de la ciudad. ‘Les cases del carrer Tamarit’, ahora convertidas en biblioteca, o la antigua ‘aula mayansiana’, dejan entrever todavía la magnificencia de una Historia que por momentos todavía se respira por las tranquilas del casco antiguo de Oliva.
De los ladrillares al castillo
Otra de las edificaciones singulares que se pueden ver en la ciudad, es la del conjunto de las chimeneas de los antiguos ladrillares. Una construcción larga y estrecha que apunta al cielo recordando la importancia que tuvo la industria cerámica. Las chimeneas, ahora en desuso, servían para evacuar los humos de los grandes hornos en los que se cocía la arcilla. Estos colosos arquitectónicos fueron construidos durante la primera mitad del siglo XX y representan una auténtica gesta de albañilería, pues su construcción se realizaba sin ninguna ayuda más allá de un andamio con pocas maderas. Los constructores iban colocando las piezas que forman su tronco una a una, y tan solo podían trabajar durante unas pocas horas al día, pues cuando el viento se levantaba tenían que dejar su labor para garantizar su seguridad, lo que suponía una media constructiva no superior a los dos metros al día.
Para terminar el paseo por Oliva desde el casco antiguo hasta el paseo de los ladrillares, otra visita recomendable es el del castillo de Santa Anna, situado en la cima de la montaña que vigila la ciudad. Pocas ruinas quedan del castillo, pero todavía se observa una muralla de protección e incluso una pequeña cámara con una abertura hacia el mar. Sin embargo, lo más recomendable es disfrutar de unas vistas únicas sobre la vasta costa de la Safor que se encuentran a pocos minutos del centro de la ciudad.
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** Este téxto ha sido extraido del artículo » Mucho mas que sol y playa» publicado por la revista safor informatiu.es.